lunes, 4 de marzo de 2013

DIALOGO CAÑARIS: QUE DIFICIL ES DEJAR LOS ERRORES


Francisco Vizconde Meléndea.
Integrante del Comité Promotor Regional de Fuerza Ciudadana de Lambayeque
La tercera reunión de la Mesa de Diálogo sobre el conflicto Cañaris (sábado 2 de marzo en Huacapampa) tuvo a los representantes de los sectores estatales como a los principales protagonistas. Claro que es positivo el hecho que se hayan hecho presente todos los sectores del Estado, por cuyas funciones y competencias nunca debieron estar ausentes de Cañaris y de la zona andina lambayecana. Pero, una reunión de estos actores no es el asunto central en aras de fortalecer el diálogo para resolver el conflicto.
Sin embargo, la actuación de estos sectores no radica principalmente en una perspectiva de visión de desarrollo de la zona andina; es más la adición de obras y recursos sin incrementar tampoco el presupuesto y en un gesto para tratar de evitar una mayor movilización campesina. Por esta vía, la Mesa de Diálogo no abona mucho a la solución del conflicto y este puede tomar nuevos y no deseados rumbos.
La definición de un plan de desarrollo andino, sobre la base de una visión identificada de modo concertado con la ineludible participación de las dos comunidades campesinas que viven en Cañaris y de toda la zona andina, es la vía saludable para el acuerdo sobre las alternativas a la problemática diversa de la población de Cañaris, Incahuasi y Salas.
La insistencia de la Mesa de Diálogo a reunirse casi sola con representantes del Estado y a definir obras sin consulta a los representantes de las comunidades campesinas y organizaciones sociales de los tres distritos es el sesgo autoritario del Estado, característica secular que ha ocasionado diversos conflictos. Asumir que en el caso Cañaris el conflicto se reduce a la contradicción con la actividad minera es no mirar la historia de postergaciones y marginaciones de las poblaciones andinas, muchas de naturaleza étnica cultural.
De otro lado, la insistencia de la dirigencia de la Comunidad Campesina “San Juan Bautista” en la condición que solo si se retira la empresa minera el diálogo puede caminar, tampoco ayuda a una salida concertada frente al conflicto. La agenda de la Mesa de Diálogo, al parecer no tiene orden y no habría prioridades que tengan que ver con el mejoramiento de la vida de la población. Esta actitud solo ayuda a calentar mucho más la contradicción y a llegar a una opción tipo Conga con represión incluida.
Si las partes dialogan de verdad, la región tendría la posibilidad de encontrar estrategias adecuadas respecto de cómo incrementar los pobrísimos rendimientos agrícolas y ganaderos de la población andina de Lambayeque, cómo bajar la alta contaminación por el uso de inadecuadas cocinas que también malogra la salud de las mujeres, cómo bajar la acelerada deforestación de los bosques de neblina que en sí misma afecta la vida de la población, cómo asegurar que las escuelas rurales andinas funcionen todo el día y no solo con el horario de la zona urbana donde en un solo local funciona dos o tres turnos educativos, cómo atacar las condiciones que favorecen la presencia de la uta, cómo lograr viviendas saludables, cómo bajar drásticamente la desnutrición infantil, entre otras problemáticas que no dependen ni directa ni indirectamente del conflicto minero.
Si la dirigencia de la C.C. “San Juan Bautista” no entiende estas posibilidades, se habrá puesto en contra de su propia población.
Esta es la gran oportunidad para el Frente de Defensa de Lambayeque (FEDEL), que asuma su responsabilidad de encontrar un camino que haga posible el diálogo que se requiere. Será importante que el FEDEL asuma que hay dos grandes situaciones que merecen su atención: el conflicto alrededor de la minería y la ruta del desarrollo de la región andina. Uno tercero, que merece un tratamiento distinto,  se refiere a reflexionar y decidir si es posible o no un desarrollo inclusivo con el funcionamiento de la actividad minera. El conflicto con la minería requiere, sin ninguna duda, dos condiciones en aras de su superación: i) la más amplia información a la población andina sobre las ventajas y desventajas de la minería, y; ii) la elaboración concertada del Plan de Desarrollo Andino con la participación de las autoridades ediles, comunidades campesinas y demás organizaciones sociales de la parte andina. En esta ruta, el FEDEL tiene la oportunidad de mostrarse en su rol dirigencial de cobertura regional, sin descuidar su derecho a la movilización democrática tal como es la reciente exitosa experiencia del Paro Cívico del 1 de marzo.
Por ahora, debemos hacer el máximo de esfuerzos porque el diálogo sea de verdad el instrumento para fortalecer la democracia en la región y lograr la inclusión de las poblaciones marginadas secularmente, como las andinas.

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