jueves, 20 de marzo de 2014

¿Reemplazar libros impresos por pantallas digitales?

Por León Trahtemberg

Cuando se habla de la educación del siglo XXI suele aparecer aparejada casi sin excepción la alusión al uso de las tecnologías de la información, software educativo  y equipos digitales multimedia que permiten acceder a infinitas posibilidades de apoyo a los estudiantes. Pero también hay una expectativa casi mágica de que la adquisición de esos equipos  y recursos transformará la enseñanza y en particular la motivación y facilidad para el aprendizaje por parte de los alumnos. Así, descartar los antiguos libros de texto impresos y reemplazarlos por moderno software informático parece una receta exitosa a toda prueba. Sin embargo, las cosas no son realmente así 

Tienen razón los partidarios del uso de la tecnología digital multimedia que  sostienen que el libro escolar impreso tiene limitaciones reales ya que los estudiantes aprenden mejor cuando sus ojos y oídos trabajan en tándem. Los libros son un medio silencioso, fijos, proporcionan la misma experiencia para todos los lectores –puede ser difícil para algunos y fácil para otros-; tampoco pueden  ofrecer retroalimentación inmediata, ni demostraciones en vivo del tema estudiado ni dar una nueva explicación a un lector confundido.

En cambio las nuevas tecnologías digitales permiten hacer cosas que el libro no puede: actualizar contenidos en línea, rápidamente; adaptarlos a los intereses del estudiante y su nivel de lectura; ejercicios para aplicar los nuevos conceptos y obtener retroalimentación. 

Sin embargo, no es primera vez en la historia reciente que escuchamos argumentos sobre la manera como las nuevas tecnologías transformarán la educación

En 1922, Thomas Edison proclamó que el cine transformaría la educación. En pocos años suplantaría buena parte de los textos escolares. En 1931 el comisionado de la educación de Estados Unidos William Cooper estableció una sección radial en la oficina de educación de los EE.UU.  y para 1932 nueve estados transmitían regularmente programas educacionales bajo la presunción de que eso transformaría dramáticamente la educación escolar y provocaría la  eliminación de los textos escolares.  Historias similares hemos escuchado con la aparición de la televisión, las computadoras personales, laptops, etc. 

Tal como Bror Saxberg y  Frederick Hess escribieron en su libro “Breakthrough Leadership in the Digital Age”, se conoce una sola tecnología para el aprendizaje que revolucionó la enseñanza y el aprendizaje. Se trata de los libros escolares.  Ellos dicen que cuando recién se  introdujeron los educadores se mostraron desconcertados y dubitativos. Con el paso del tiempo le encontraron sentido por sus dos fortalezas: una, que le dieron acceso a los alumnos a expertos de todas partes del mundo rompiendo la dependencia de lo que decía el profesor en clase.  Dos, los alumnos podían estudiar por su cuenta, sin necesidad del profesor. Esto invirtió el aula permitiéndole a los profesores dedicar menos tiempo al dictado y más tiempo a explicar, acompañar y facilitar el aprendizaje de los alumnos

Según Hess, actualmente los sistemas inteligentes de tutoría por computadora son alrededor del 90% tan eficaces como los tutores en persona, haciendo asequible la atención personalizada e inmediata que un libro no puede ofrecer (The World’s Most Successful Ed Tech en Education Next, 20/12/2013)

Sin embargo Hess alerta a los maestros sobre tres asuntos claves. 1) Las nuevas herramientas se deben usar para repensar lo que los profesores, estudiantes y  escuelas hacen y cómo lo hacen. Si la enseñanza se mantiene sin cambios,  repartir hardware y software en las escuelas no impactará mucho. 2) La tecnología no puede hacer aquello que corresponde a los educadores: ayudar a identificar  los problemas que hay que resolver. 3) Tener las herramientas no define qué hacer con ellas.


Hay que tener presente todo esto cuando los entusiastas de la tecnología prometen milagros o cuando los escépticos de la tecnología lamentan que la tecnología sea un "ataque a los maestros” 

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